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«La Tri», por don Simón Espinosa Cordero

¡Cuidado nos pongamos depresivos con las últimas actuaciones de la Tri en las eliminatorias y la Copa América! El equipo está jugando bien. No empató con Colombia por la punta de un pie de un jugador adelantado...

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Abro El país de Manuelito del excanciller Alfonso Barrera Valverde. Bello libro. —Manuelito, pregunto: ¿Cuáles son los símbolos patrios? —Señor, me responde: La bandera tricolor, el himno nacional, el escudo del Ecuador y la Tri. Muy bien, Manuelito. Te recuerdo, esta tarde jugamos con Venezuela en la Copa América. Llevarás a la Tele las empanadas de morocho que te compró el canciller Montalvo.

En la década de 1920 nació la cultura de las Masas. En julio de 1930, la FIFA organizó el primer Mundial de Fútbol, suma y compendio de tal cultura, que, apropiadamente, se jugó en Uruguay, pues la República Oriental celebraba el centenario de la Jura de la Constitución. Mejor un Mundial, que discursos aburridos. Asistieron solamente trece países. Francia y España, sí; Inglaterra, no, porque andaba resentida: El primer Mundial debía haberse jugado en Londres, Manchester y Liverpool, pues nosotros inventamos el fútbol y las barras bravas. Los reyes no protestaron. Allá las masas rebeldes. Nosotros gozamos con los caballos. Tan aristocráticos, tan finos. Uruguay fue el campeón. Cuatro a dos le dio a la Argentina en la final. Ecuador no fue, pese a que Demetrio Aguilera Malta, Joaquín Gallegos Lara y Enrique Gil Gilbert habían escrito “Los que se van”.

Las proezas de los héroes del deporte son la sangre azul de nuestra identidad. Cuando Jesse Owens, un atleta negro, hijo de un campesino de Alabama, ganó cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín el año de 1936, fue Hitler, quien perdió y su obsesión de que la raza aria era superior se fue a la merde. Nuestros ciclistas en Italia y Suiza nos dan más orgullo patrio que dos Asambleas Nacionales juntas, anémicas, fofas. La Tri del siglo XXI nos ha unido más que la bandera, el himno y el cóndor del Escudo. La Tri fue el dólar de nuestra alegría cuando se clasificó a Octavos en un Mundial, cuando la vimos joven, fresca, potente al comienzo de estas eliminatorias para Catar. La pandemia se ha vuelto más odiosa con fútbol sin gente en los estadios, sin gritos, sin amor.

¡Cuidado nos pongamos depresivos con las últimas actuaciones de la Tri en las eliminatorias y la Copa América! El equipo está jugando bien. No empató con Colombia por la punta de un pie de un jugador adelantado. Con Brasil no perdimos dos a cero, sino uno a cero por el Var y las alharacas auriverdes. Perdimos en casa con Perú del mismo modo que Manchester City perdió ante Chelsea por dejar vacía la defensa. Y perdimos a lo grande. Nos falta un nueve con experiencia, alto, fuerte, goleador. Lo tenemos y no lo hemos invitado. Felipao ha hecho 143 goles en su carrera. Tiene 33 años. La edad de Jesús El Salvador. No perdamos la esperanza.

Necesitamos más páginas de fútbol en la prensa, más comentaristas en la radio, menos sabios en la tele. Y empresarios con más visión. Sangolquí era glorioso por el hornado, hoy lo es por Independiente del Valle. ¡Gran triunfo!

Este artículo apareció en el diario El Comercio.

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