El diario El Universo publicó una nota sobre la novela Los crímenes de Bartow, de don Óscar Vela Descalzo, que narra la vida de Nelson Serrano y su calvario en el «Corredor de la muerte». Lo reproducimos a continuación:
Los crímenes de Bartow
Miguel Molina Díaz
Es indudable que Óscar Vela jamás deja de ser abogado cuando escribe. La prueba irrefutable de mi afirmación es su más reciente novela, Los crímenes de Bartow (Planeta, 2021), una obra de no ficción que se adentra en la historia del ecuatoriano Nelson Serrano, el prisionero más longevo del corredor de la muerte en Estados Unidos. No se trata de un reportaje, porque el periodismo a lo largo de dos décadas ha abordado el caso, incluso por medio de un interesantísimo documental dirigido por Janeth Hinostroza. Esta es una novela, en todo el sentido de la palabra. Una novela donde nada se inventa. La historia es el producto de una rigurosa investigación y su estructura narrativa nace de la mirada empática de Óscar. Una prosa como una coqueta bahía que esculpe en piedra los horrores de los seres humanos, y también nuestra esperanza. Pero, sobre todo, esta obra hace algo que solo la literatura puede: plantear la duda y, en la generación desestabilizadora de esa duda, se encarna un acto de justicia.
Nelson Serrano fue secuestrado el 31 de agosto de 2002 por un fiscal del Estado de la Florida, con el fin de ser trasladado ilegalmente desde Quito a los Estados Unidos, en el marco de un procedimiento macabro por el que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) responsabilizó al Estado ecuatoriano. En ese país fue sometido a un juicio en el que se le condenó a muerte por el supuesto asesinato de cuatro personas, con base en pruebas extremadamente débiles y en el contexto de un proceso sin garantías de imparcialidad. Los lectores podrán conocer todas estas injusticias al explorar la novela de Óscar. No ahondaré en más detalles, porque considero que es un libro que deberíamos leerlo todos.
Pienso, sin embargo, que Óscar Vela pone de manifiesto al menos dos temas urgentes: la necesidad de abolir la pena de muerte a nivel mundial y la de replantear los sistemas carcelarios. El libro y el desgarrador caso de Nelson Serrano desnudan las costuras de un paradigma: ese admirado sistema de justicia norteamericano, con jurados conformados por ciudadanos de la comunidad y ponderado en las películas de Hollywood, no es una panacea. Por el contrario, Óscar nos llevará de la mano a ver los prejuicios y la corrupción que lo signan. Hay casos de condenados a muerte y a cadena perpetua en los que demasiado tarde se descubrió que eran inocentes. Ojalá que Nelson Serrano no llegase a morir con la inyección letal, pero ya le han quitado 20 años de su vida. ¿Es admisible que se ordene matar a un ser humano por medio de juicios carentes de un debido proceso?
Una de las grandes luchas que la humanidad deberá encarar durante este siglo es, precisamente, la de repensar las sanciones penales y las privaciones a la libertad, al menos en las condiciones que hoy se dan. Es inevitable que, al imaginarme a Nelson Serrano en la fría soledad de una prisión de Florida y sin la debida atención a su salud precaria, recuerde nuestra propia crisis carcelaria, que en este año ha visto abominables actos de violencia, incluidas dos masacres. Y lo digo en un país en el que todos, sobre todo la supuestamente respetable opinión pública, exige el abuso ad infinitum de la prisión preventiva, que implica el hacinamiento en cárceles caracterizadas por condiciones inhumanas y de violencia extrema. Nunca es mejor o más justo el Estado o la sociedad que más presos tiene en sus cárceles, ni el fiscal que más acusaciones formula, ni el juez que más condenas o prisiones preventivas dicta. Las estadísticas que persigue el populismo penal no son justicia. La novela de Óscar Vela, en ese sentido, es un grito desgarrador que clama por reinventar nuestro concepto de lo justo y sus alcances, pero también es un homenaje a la víctima de una infamia.