A petición de la Academia Brasileña de Letras, nuestra directora, doña Susana Cordero de Espinosa, envió un mensaje en estos tiempos aciagos.
Me encuentro, como todos nosotros, en un ámbito de dolorida incertidumbre. Qué nos dicen palabras como solidaridad, apoyo, presencia, cuando la amenaza desordenada y caótica de la muerte pende sobre nuestras vidas, flagrante, universal, en desafío que durante años de irresponsable dejarnos llevar, no acertamos hoy a comprender.
Sin embargo, esta mañana abrí al azar un viejo poemario de Neruda, que encontré sin saber cómo, sobre mi mesa; era la edición de 1954 de Las uvas y el viento, y en ella este poema, titulado La esperanza, como una admonición y una advertencia ante el horror de la desgracia: “En todo tiempo el hombre / da su prueba. / Parece que se extinguen / de pronto las semillas y las lámparas / y no es verdad. / Entonces / aparece / un hombre, una nación, una bandera, / una bandera que no conocíamos / y sobre el mástil / y el color que ondula, / más alta que la sangre, / vuelve a vivir la luz entre los hombres / y la semilla vuelve a ser sembrada”. Palabra poética que, en el azar del que estamos pendientes, promete una nueva bandera quizás, como la pandemia que vivimos, universal, de todos para todos. Qué, sino la palabra poética, esencial, nos acerca en el distanciamiento; nos permite mirarnos, reconocernos sin tocarnos, anhelando el abrazo: encontrándonos en la separación.
Susana Cordero de Espinosa.
Directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua