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Palabras de don Franz Sáenz en el homenaje a la memoria de su padre, don Bruno Sáenz Andrade

El pasado 11 de enero, la Academia Ecuatoriana de la Lengua rindió un homenaje a la memoria de don Bruno Sáenz Andrade en el primer aniversario de su muerte. Compartimos con ustedes las palabras que su hijo, Franz Sáenz, preparó para la ocasión.

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Dra. Susana Cordero de Espinosa, Directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Honorables miembros de la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Familia, amigos, público en general.

Agradezco mucho por este espacio, y no me refiero a la oportunidad de estar aquí frente a ustedes, sino al hecho de haber realizado este homenaje al cumplirse un año de la muerte de Bruno Sáenz Andrade.

Mal haría yo en hablar de la obra de Bruno ante ustedes; considero que el bagaje literario y el don de palabra de quienes intervinieron antes es mucho más apropiado para esa labor.

Sin embargo, si en algo tengo cierta autoridad moral, es en poder hablar de Bruno como la persona detrás del literato o melómano. Me refiero a Sáenz Andrade en su calidad de padre, y, por que no, en su calidad de amigo.

Entre sus diversas cualidades hay dos que me gustaría mencionar el día de hoy, y quisiera empezar por su cariño. Un cariño grande, cálido, que se manifestaba principalmente ante las personas que él quería, y las causas en las que él creía.

Bruno siempre estuvo ahí para su familia, para sus amigos y para aportar en espacios que eran de gran trascendencia para él, con la Academia Ecuatoriana de la Lengua como el más importante en sus últimos años.

Otro aspecto de Bruno que quiero mencionar, y que tal vez no es tan conocido para todos, es la conciencia que tenía sobre su estado de salud, cuyo deterioro se aceleró hace más o menos 6 años.

A pesar de no manifestarlo abiertamente, tal era su conciencia respecto a su situación, que, en los círculos más íntimos hacía una analogía entre un partido de fútbol, deporte que poco o nada le importaba, y su salud. En este contexto, y con todo el humor negro que le caracterizó, mencionaba “estoy jugando tiempo extra”.

A pesar de su frágil estado, el cariño de Bruno siempre primó sobre cualquier situación, y esto conllevó a que no perdiera el apego y la dedicación, en la medida de sus posibilidades, a lo que más le importó en su último periodo; reitero, su familia, sus amigos y la Academia Ecuatoriana de la Lengua.

Era de mi interés mencionar tanto su cariño, como su conciencia respecto a su situación de salud, porque estos dos aspectos se conjugan en la siguiente reflexión, con la que cierro esta muy breve intervención.

Si Bruno hubiera podido elegir una forma de ser homenajeado por el aniversario de su muerte, hubiera sido, sin duda alguna, exactamente de esta forma. Aquí y con ustedes.

Muchas gracias.

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