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Palabras de homenaje de doña Susana Cordero de Espinosa en honor de Simón Espinosa Cordero, exsubdirector de la Academia Ecuatoriana de la Lengua

Quiero y debo decirlo: la común admiración a Simón Espinosa que nos reúne esta tarde, el cariño por él, ―el mío se ha ido cocinando a fuego lento― tienen razones tan diversas como somos diversos cada uno de nosotros...

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Quiero y debo decirlo: la común admiración a Simón Espinosa que nos reúne esta tarde, el cariño por él, ―el mío se ha ido cocinando a fuego lento― tienen razones tan diversas como somos diversos cada uno de nosotros. Y pues me propongo exponer las causas que me han hecho apreciarlo, respetarlo y quererlo profundamente, y enorgullecerme de cuanto nos une, confieso que esas razones no fueron ni su inmensa tarea periodística ni su sabiduría y lucidez crítica, ni su lucha por encontrar la verdad para todos, en una patria que nos sustrae lo mejor de su pueblo y nos descubre ángulos tremendos de los cuales solo extraer desesperanza. Tampoco se basa mi aprecio en su poderosa personalidad, que quizá no lo es tanto: Simón tiene un insoslayable hálito tímido que a menudo más bien nos enternece.

No.

Mi razón es más sencilla, pero más exigente. La arriesgo en pocas palabras: admiro en Simón su aptitud poética para mirar la vida.

Su conocimiento inteligente henchido de sensibilidad y compasión y bruñido por la experiencia es caudal interior poco común y razón de la noble riqueza de su personalidad. Desde esta formidable corriente íntima, acepta, comprende y perdona la debilidad del mundo; se acerca a los pobres y les enseña; encuentra en la miseria y el dolor tesoros que contribuyen a revelar mejor en unos y otros, su condición humana. Su sensibilidad se completa y contrarresta con un fino sentido del humor, siempre bien traído, nunca trivial. Dos breves párrafos de su discurso de incorporación a la Academia servirán para apenas ilustrar lo dicho; de ningún modo, para agotarlo. Simón lo tituló “Octavio Cordero Palacios, La poesía de la ciencia”, título que, a la vez, fue elegido por el abuelo para su disertación en la primeriza Fiesta de la Lira, y que debió ser tan asombrosa para la Cuenca de entonces, como lo fue el análisis que al cabo de 95 años y en nuestra Academia, hizo Simón de ella.

Cuenca del Ecuador tiene un barranco que, precipitante / ha tantos siglos que se viene abajo. Al extremo oeste del barranco y delante de él, gracias a una cirugía plástica de los años terminales, hermosa luce una casa rematada con barandales de luna / por donde retumba el agua…

En cinco líneas, Simón nos ha traído a Luis de Góngora y Argote en su que precipitante / ha tantos siglos que se viene abajo y, a cuatrocientos años de distancia de este, a García Lorca, otro gran andaluz, con su barandales de la luna / por donde retumba el agua…

Sigue Simón:

Octavio Cordero Palacios recibió el encargo de mantener la Fiesta de la Lira [del…] en 1926. El mantenedor de la Fiesta debía organizarla y pronunciar un pregón literario al comienzo de los juegos florales. En ese año, el físico Werner Heisenberg había descrito las fórmulas teóricas para explicar y predecir los cambios de energía conocidos como saltos cuánticos. Las inertes raíces de las ciencias dormían en esa tierra de la Fiesta de la Lira, cubiertas de nieve olvidadiza. Con las lluvias primaverales de su intuición tan creativa, Cordero Palacios dio una suerte de salto cuántico cuando, como materia para su discurso, escogió reflexionar sobre La poesía de la ciencia. Señalaba así, temas no tratados todavía en esa justa en honor de la Bella Durmiente de Guapondelig o Llanura grande como el cielo.

Academia Ecuatoriana de la Lengua, Memorias 72. Quito, Ecuador, 2012, p. 282.

Y cuenta nuestro académico:

Durante la segunda mitad del siglo XIX, artistas y poetas se reunían en esta [la] Casa de la Lira de los músicos Rodríguez Durán para oír recitales y conciertos, para comentar autores y obras, para recrearse con los escándalos de la ciudad eucarística y mariana, perfumada de sahumerios y rociada con agua bendita y aguardiente”.

Se refiere con fina ironía a la Cuenca de los años veinte, la Bella durmiente; a sus virtudes y defectos; a la indiferencia, que no siempre ignorancia, ante los avances científicos: Las inertes raíces de las ciencias dormían en esa tierra de la Fiesta de la Lira, cubiertas de nieve olvidadiza. Y atribuye con acierto a Cordero Palacios: Con las lluvias primaverales de su intuición tan creativa, dio una suerte de salto cuántico. Cuenca rociaba sus días y sus noches ‘con agua bendita y aguardiente’; su bella Casa de la Lira, fue remodelada hacia 2012, ‘gracias a una cirugía plástica de los años terminales’.

Acierto en la combinación de poesía y humor, que no siempre nos llega en citas ni referencias explícitas, sino en metáforas propias de su estilo, en combinaciones inesperadas, en alusiones políticas, históricas, gramaticales, deportivas, religiosas; en artículos cortos de todo tema y naturaleza o en textos extensos donde, aunados su intuición de la belleza y su humor, palían el infortunio que casi habitualmente denuncian sus escritos, conscientes del suceder patrio, de su ominoso pasado y su triste, aunque esperanzado presente. Su sentido poético se desliza en cada párrafo; yo diría más: su escritura es posible gracias a esta visión herida de belleza y del ansia del bien que parece huirnos, matizada de lúcida ironía. Citas bíblicas suelen iluminar sus textos y revelan conocimiento sin dogmatismos de cada libro del inmenso legado escritural.

Fue proverbial su poder de convicción en la cátedra, sea cual fuese la materia que dictara. Lamenté y lamento hasta hoy, que mis horarios me impidieran asistir a un curso de Simón sobre César Vallejo, andino, áspero, difícil y bello como nuestras montañas.

Su talento, personal y rico, fue adobado con la mejor gastronomía intelectual que podía esperarse en el Ecuador de entonces: la educación jesuítica. Así lo resume Hernán Rodríguez Castelo:

Simón recibe una rica formación humanística. Con dominio del latín y la larga familiaridad con Virgilio, de la mano del Padre Aurelio Espinosa Pólit, se abre al mundo griego hasta acceder en su lengua a las tragedias de Sófocles. Cobrará amor a poesía y poetas, y ese amor llegará hasta sus artículos más jocosos. Pero hubo algo más, de enorme importancia para el humorista: la retórica. Sus artículos tendrían, aunque muy oculto, un recio esqueleto retórico. Eso les haría, en muchos casos, tan convincentes. [… Concluida la formación gramatical, retórica y humanística, comienza sus estudios de filosofía, en la FacultaL de ‘San Gregorio’ que se estaba ganando un sólido prestigio latinoamericano. ¿Cómo maduró y se equipó ese espíritu crítico en esos tres años de estudios filosóficos? […] En esa escuela de filosofía que permanecía anclada al Medioevo, y solo se asomada a los autores nuevos, del Renacimiento para acá, como adversarios a los que había que refutar a golpes de silogismos, si en ‘bárbara’ mejor, la crítica solo podía ejercitarse dentro de esta fortaleza cercada por muros centenarios […] Simón va madurando hasta que, con el paso de los años y luego de largo ejercicio de la cátedra para los jesuitas en formación y en la PUCE, al provincial le llegan denuncias de que las pláticas y conferencias del padre Simón estaban haciendo perder la fe a los jóvenes jesuitas. Debía ser una fe prendida con alfileres para que así se perdiese… En buena hora era Provincial de la Compañía uno de los últimos jesuitas realmente grande. Un hombre con una capacidad de comprensión inagotable y de una inquietud intelectual y espiritual que no conocía fronteras: el P. Marco Vinicio Rueda.

Rodríguez Castelo, Hernán, Ib., p. 273.

La sabiduría de Simón es humilde: está siempre aprendiendo; su forma de dirigirse a los demás, la de recibir en su encantadora casa, saludarnos u ofrecernos una bebida es siempre interrogativa. Su inquietud por los detalles revela preocupación por lo que los otros esperan, por lo que cada uno piensa. En este país desigual, concede a todos la capacidad de pensar rectamente, hasta que no se demuestre lo contrario… Respeta, escucha y se inclina por los más humildes…

Su formidable experiencia intelectual y humana se descubre en otro rasgo de su personalidad, el sentido del humor. Hasta en su exitoso Manual de Ortografía, la portada dibuja a un cazador de mariposas con sus armas, sorprendido por la preciosa joven que luce un vestido de novia y opina acongojada: Yo creí que nos íbamos a casar…: ¡Lo que puede provocar la zeta de ‘cazar’, en el lugar de la ese de ‘casar’!

PERIODISTA Y ESCRITOR

Su trabajo periodístico establece un modelo imposible de imitar, de tan personal, sobre cómo juzgar y decir. Muchos de sus textos, libres de polvo y paja, de dogmas y atavismos concitan indignación, incluso odio en eclesiásticos y laicos, en políticos viejos o improvisados, en mujeres y hombres, tanto como suscitan amor en muchos otros.

Con clara visión política y conocimiento de nuestra historia, sintetiza hasta llegar a lo esencial, cada una de las tres ediciones del libro Presidentes del Ecuador; la tercera culmina con la presidencia de Jamil Mahuad, (1998-2003). Fue miembro fundador de la Comisión Cívica contra la Corrupción que ejerció entre 1997 y 1998. Fundador y presidente de Quito Honesto, Comisión Metropolitana de Lucha contra la Corrupción, entre 2001 y 2009.

Tal como en sus escritos, en dichas comisiones se juegan su tranquilidad, su paz. Imposible abundar aquí en las amenazas y demandas que han jalonado sus años de trabajo como director de cultura en el Banco Central, sus colaboraciones en la prensa y su decidida lucha contra la corrupción. Conoce los entretelones de la ambición humana, los de la codicia de tantos ecuatorianos encaramados al poder y la de otros, solapados en distintas presidencias, y anuncia la atroz degradación de la década perdida 2007 y 2017. El último artículo suyo publicado en la compilación titulada ‘Vine, vi, linché’, se pregunta: ‘¿Podrá un poder tan personal y tan crecientemente corrupto llevar a Ecuador a un desarrollo democrático sólido, a la igualdad social y al florecimiento de la ciudadanía?’, y responde casi proféticamente, aunque con notorio y quizá inevitable pesimismo: ‘Lo sabremos en veinte años’. Formula, a partir de principios expuestos por Adela Cortina, filósofa y catedrática española: “Con los grandes principios de autonomía personal, de civilidad de los ciudadanos, de legitimidad de las leyes, de justicia de las instituciones y de tolerancia de las religiones, interpretados por el poder absoluto, el proyecto de Correa luce mañoso y de juego sucio”. Muestra en él de qué modo interpretaciones mañosas ocultan, a base de la enunciación de grandes principios, ambiciones, inmundicias y mal, en el ansia de un poder absoluto. ¿Es algo más, es algo menos la demagogia? Pero la noticia se llena de humor futbolero: su ‘Sin embargo empatamos’, consuela a los incrédulos…

EL DEBER DE OPINAR

Cumple a rajatabla con las exigencias del deber de opinar: veracidad, independencia respecto de intereses que no sea la expresión de lo que él, con su conocimiento y criterio asume como importante, por verdadero. Ha defendido y defiende la democracia y nuestro derecho personal e inalienable a la libertad de expresión.

La lectura de los artículos de opinión que pudieron juntarse en la corta compilación de que dispongo es como un cuadro de mínimos mosaicos singulares, taracea de color y brillo patinado por el tiempo, las circunstancias, la audacia, el dolor. Llamadas a una mirada honesta y reflexiva sobre la realidad. Cada uno con su propia luz.

Este homenaje es una forma muy limitada de justicia con nuestra Academia y con nuestra historia, al serlo con Simón, exsubdirector, a quien agradecemos su consejo y su trabajo consejo en Quito, así como el aporte de su presencia en la Comisión Permanente de la Asociación de Academias durante tres meses en Madrid, en 2014. Del mismo modo, su aporte a la redacción y revisión del reciente extraordinario Glosario de términos gramaticales, (Madrid, 2019), Y como sé que él se siente abrumado, con ganas de huir, como yo misma, termino, trayendo dos o tres textos para no olvidar, breves parcelas de sus batallas cotidianas:

Sobre el fin de Julio César Trujillo, el hombre bueno: (De ‘Devuelvan los sánduches’. El Comercio, 19 de mayo de 2019).

Una veintena de idólatras del dios Rafa se habían apostado en las afueras del edificio Cofiec, bajo la luz del tibio sol, a la hora canónica de nona. Eran las tres en punto de una tarde cruel y bruta. Un anciano de 97 meses de lunas y serpientes se dirigía al mismo lugar en la avenida Patria. La patria de Correa, de Pedro Delgado y de los ochocientos mil dólares regalados a Duzac, el cambalachero argentino…

Cambalache, siglo Rafa, [como en el viejo tango] … Un anciano entraba a Cofiec. Se topó de manos a boca con la plebe correísta. “¡Julio César Trujillo, vago, ladrón, devuelve lo robado!”, grita, regrita y vomita una arpía, toda chispa en los ojos, todo furia en la voz, todo babas en la glándula pineal. Y la turba repetía “¡Julio César Trujillo, ocioso, vago, ladrón, devuelve lo robado!”. Acompañaba al anciano el lojano Walter Mena, alto, blanco, rubio. Y la arpía se desgañitaba […] “Gringo, qué haces aquí. Regresa a tu país”. Perdió la paciencia el anciano, tomó su bastón y enfrentó a la arpía: “Mama Lucha, devuelva los sánduches”, le dijo, y al darse la vuelta, sintió en su clavícula izquierda el golpe de un huevazo, lanzado por la arpía, primera base del equipo de garroteros del rey Ricardo, Corazón de Ratón. Esta escena bochornosa fue la gota de agua que derramó el vaso del hemisferio cerebral derecho de Julio César Trujillo, un hombre que jamás hizo mal a nadie, un hijo que jamás se avergonzó de que su madre usara bolsicón, un buen pastor siempre pastor.

Del artículoPreguntar’ (Diario HOY, 2 de julio 2009):

Un periódico lo hacen los reporteros. Estos son filósofos ambulantes que andan buscando información de lo que ocurre en la vida pública. No es casualidad que el abecé de un reportero sea preguntar, indagar, investigar: ¿Qué?, ¿quién?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por qué?, ¿cómo?, ¿para qué?, ¿bajo qué condiciones?, ¿a pesar de qué?Don Jacinto, ¿cómo así se hizo gay? Preguntando, joven, preguntando” …

De “Líbano o el silencio ominoso”. (Diario El Comercio, 16 de julio de 1982):

Sé dirá que … Israel lucha por su derecho a la vida. Por construir en paz su casa para el hogar judío, por legítima defensa contra el hostigamiento inmisericorde de fedayines huéspedes de un país vecino, … Pero al argüir así se olvida fácilmente, que iguales derechos a la vida, la patria, al hogar, al progreso asisten al pueblo palestino, y que los mismos métodos de terrorismo y emboscada, de hostigamiento y crueldad fueron usados por Israel en su memorable Éxodo por constituirse en Estado independiente”.

Si este artículo no llevara la firma de Simón, habríamos creído que lo escribió George Steiner, ―y no es desorbitada la alusión― judío genial, humanista sin tacha, que acaba de morir.

Sus temas son lo otro, los otros. En El misterio de vivir, conmovedor artículo dedicado al sacerdote, amigo y hombre bueno, Hernán Malo González, le hace justicia:

Los niños lo querían. Las buenas gentes lo aislaron. Los cristianos viejos lo calumniaron. Los imbéciles nunca lo entendieron. Vivió en las zonas fronterizas de la existencia, más cerca de la angustia que de la paz. En progresiva soledad interior, en desamparo. Sus grandes ojos inteligentes se le nublaban a veces y afloraba entonces la lesión de la incógnita. Sin embargo, y es lo que explica la fecundidad de esta vida, por su cristianismo entendió que Jesús jamás habría arrojado ninguna sombra de duda sobre la salud del hombre, sobre el vigor y la fortuna del hombre, considerados salud, vigor y fortuna en sí mismos. ¿Por qué, si no, habría de curar a los enfermos y restituir la energía a los débiles? Comprendió que teníamos que vivir en este mundo aunque no hubiese Dios. Vislumbró que el misterio de vivir tiene que ser vivido con fortaleza y fecundidad, … Por esto un hombre tan lleno de contradicciones pudo hacer obra tan fecunda en la cátedra, en la universidad, en el estudio del pensamiento nacional, en promover un diálogo civilizado con otras universidades… Si nos apesadumbra la muerte de Hernán, nos consuela su memoria.

(Diario El Comercio, 7 de septiembre de 1983).

Se detiene en personajes que hicieron en la patria y fuera de ella, historia de la buena, y también, por desgracia, de la peor. Hernán, Malo, Monseñor Proaño, los sacerdotes asesinados en San Salvador. Correa, Pólit, Mama Lucha, Tuárez, Pedro Delgado, Duzac…, a quienes Simón fustiga con el látigo tremendo de su inteligencia y humor.

Permite hablar a muchos en sus columnas, al indio yanapero José Rafael Pérez, de 27 años, viudo con tres hijos, que reclama, desde la luz de la reforma agraria, la tierra que se les debe de una hacienda abandonada. Leer sus artículos uno tras otro es rememorar un pasado que en tantos casos sigue siendo siniestro presente; un vernos desde el espejo de la sinrazón, el de la injusticia, el de la indiferencia y comodidad egoístas; acceder, en fin, a una larga historia de opresión y discriminación.

“¿Cuándo llegará el tiempo en que habrá únicamente seres humanos? Es posible que solo veamos llegar ese dichoso momento en unos pocos lugares, pero no lo veremos crecer en todas partes. Pasarán siglos antes de que esto suceda”. Con estas palabras comienza una carta que Beethoven escribió a uno de sus mejores amigos. Certera visión de un genio sordo que experimentó en propia persona la plenitud de lo humano: la dignidad” …, son palabras de uno de sus últimos artículos dominicales.

Ludwig Van Beethoven, El Comercio, 2 de febrero de 2020.

Simón, colegas académicos, amigos: Soy consciente de que estas palabras habrían debido corresponder a sus sentimientos, traducir los afectos, las impresiones de cada uno de los asistentes a este acto, interpretar sus reflexiones respecto de Simón, a quien homenajeamos unánimemente, tanto como lo soy de los vacíos que solo ustedes podrían llenar.

He intentado encontrar una palabra unánime, pero, conocedora de mi estropicio, lo soy también de su comprensión: Querido Simón, colegas, amigos, gracias.

Susana Cordero de Espinosa
Quito, 19 de febrero de 2020
Sede de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, a las 18:30 de la tarde.

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