Este es el momento de aludir a un intrincado suceso, / de la perplejidad que absorbe el zumo de orientaciones sensatas. / Mi persona se disgrega en teselas que se dispersan en los confines / del sistema público: / a ese el saludo...

Este es el momento de aludir a un intrincado suceso,
de la perplejidad que absorbe el zumo de orientaciones sensatas.

Mi persona se disgrega en teselas que se dispersan en los confines
del sistema público:
a ese el saludo,
al de más allá el sentido aprecio,
al distante, una carta,
al crítico, un texto complejo,
al soñador, palabras del alba de una aldea alistándose para su fiesta,
al manducador, los restos de la mesa,
al locutor, el premio del silencio,
al líder, la jaula de estorninos.

Sin prejuicios en las andadas,
cubierto con la esclavina de tela cruda
iré foco en mano a sitios registrados en los márgenes de las páginas.
A los cuartos que disimularon los oprobios.
A las bodegas que guardan inútiles semilleros.
Al terreno de ordenadas plantas de abacá
que se preparan para la mutación en papel.
A los osarios de las monjas que en vida fueron obedientes codornices.
A refugios que ampararon a jefes neuróticos y dispépticos.
A los extremos de los cabos de las costas.

En fin, como la perplejidad es un tesoro
que nadie ambiciona iré a la sierra, al pajonal, al bajío,
a la sabana, al erial, al suburbio, al otero,
a la explanada, al barranco, al baldío,
al pegujal, al huerto, al valle, a la meseta,
al humedal, y caminaré derecho, avanzaré de lado,
remontaré, escalaré, ascenderé
y en medio del vuelo debido al vendaval
mi cuerpo se deshilará en quién sabe
qué barbillas, qué polen, que fuegos azules,
qué auras hialinas y efímeras, en el rocío menos durable que un sueño.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*