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Poema del día: «El solitario» (Juan Abel Echeverría)

Dejad, dejad, amigos venturosos, / Dejad al solitario: / Ajeno á los placeres bulliciosos, / Mi pecho es un santuario. / Idos vosotros á segar las flores / De la risueña vida; / Yo no puedo llevar ¡ay! mis dolores / Á do el reir convida.

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¡Oh soledad, alegre compañía de los tristes!
¡Oh silencio, voz agradable á los oídos donde llegas,
sin que la adulación ni la lisonja te acompañen!
Cervantes.

Dejad, dejad, amigos venturosos,
Dejad al solitario:
Ajeno á los placeres bulliciosos,
Mi pecho es un santuario.

Idos vosotros á segar las flores
De la risueña vida;
Yo no puedo llevar ¡ay! mis dolores
Á do el reir convida.

Si alguna vez con egoismo santo
Escondo mi desdicha,
Y entre vosotros río, bailo y canto,
Plagiando ajena dicha,

No podéis, nó, medir el negro abismo
De la amargura oculta,
En que en esos momentos mi egoísmo
Al corazón sepulta.

Dejad al solitario!—De sus rosas
Quedaron solo espinas:
Marchitadas cayeron sus hermosas
ilusiones divinas.

¿Qué haría hoy, en medio á los festines
Cadáver insepulto…?
Para la vida son esos jardines
Do el placer tiene culto.

Mientras la ufana juventud se alegra
Al sol del mediodía,
Silencio…! Solead…! y sombre negra
El solitario ansía.

Del mundo y sus quimeras abstraido,
Encuentra allí consuelo,
Porque al mundo fastidia su gemido
Que halla entrada en el cielo.

Puesta en tierra la trémula rodilla,
puesta el alma en la altura,
Humedece su pálida mejilla
De amor lágrima pura.

Un ángel la recoge compasivo,
El ángel del que öra,
Y derrama en el seno el lenitivo
Que da Dios al que llora.

Invisibles los genios del olvido
Róbanle á la materia,
Y, en éxtasis sublime embebecido,
Olvida su miseria.

Porque en la soledad hay compañía
Del que todo lo llena,
Y la voz que el Profeta oír solía
En el silencio suena.

Dejad al solitario!—De sus rosas
Quedaron sólo espinas;
Pero entre éllas florecen venturosas
Esperanzas divinas.

«De los tristes, oh alegre compañía»,
Muda «voz agradable»,
Vosotras habéis hecho al alma mía
Su dolor adorable.

Dejad, dejad, amigos venturosos,
Dejad al solitario:
Ajeno á los placeres bulliciosos,
Mi pecho es un santuario.

(Tomado de Antología ecuatoriana, poetas, de 1892)

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