Extranjero
donde los ruidos granizan sin desconocimiento
donde explota el ojo de un anuncio
fluyen
enredándose muslos brazos bustos
“esta
la Plaza del Congreso”
solía decir
abundaban las palomas hacia donde cenábamos pizzas
pero a solas
me desavenía con la ciudad
en sus túneles espantajos con anteojeras
en sus estaciones mi avidez de provinciano
(¡qué inútil ella
para amarla en los rincones
en armarios
en palomas
qué inútil para espantar pingüinos en el zoo!)
pero quien transita
tarde o temprano
se enreda en regresos
a las telas
Penélope canta entre 8’000.000
y la ciudad
indiferente
transpira
la gran marmita