Ah, poetas de mi tierra,
poetitas de mierda
con quienes aprendí a conocer
una nueva enfermedad:
la trinofobia.
Poetas de poetas,
esqueletos de oficina,
telefónicos versos,
dominicales y amarillos,
sálvensesipueden,
novios cíe la muerte,
vividores de la luna,
no se sorprendan
cuando guiando mi bici
les caiga encima,
transeúntes de vías láctea
y lean el periódico aman
al otro día:
«Poeta Zutano,
recuperándose.
Le cayó encima
un ángel de cien metros».
Fuente: El hombre aproximativo.