
Recibimos de Fundéu las importantes advertencias que les transmitimos, luego de adaptarlas a nuestras necesidades.
El Diccionario de la lengua española recoge el sustantivo resiliencia y lo define como ‘capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos’ o ‘capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido’. La etimología del término nos remonta al latín resiliens, -entis, participio del verbo resilīre, ‘saltar hacia atrás, rebotar’, ‘replegarse’, como señala el Diccionario. Por estas razones, el adjetivo correspondiente es resiliente y no resilente.
En resumen, la grafía resiliencia, con i después de la l, y no resilencia, es la adecuada para referirse a capacidad de la adaptación y recuperación frente a una situación adversa.
Para que quede más claro, veámoslo con unos ejemplos:
Incorrecto:
La situación actual del país ha venido a poner a prueba la resilencia de los emprendedores nacionales.
Correcto:
La situación actual del país ha venido a poner a prueba la resiliencia de los emprendedores nacionales
Incorrecto:
Conviene explicar a los niños lo que está ocurriendo para que puedan desarrollar la virtud de la resilencia.
Correcto:
Conviene explicar a los niños lo que está ocurriendo para que puedan desarrollar la virtud de la resiliencia.