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«Taxi driver», por don Marco Antonio Rodríguez

Una lluvia acerba y pertinaz cae sobre la ciudad al ritmo de un saxofón que se filtra por las ranuras de los sentidos. Es el resuello azufrado del miedo de vivir en el obsceno mundo de Travis Bickle...

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Una lluvia acerba y pertinaz cae sobre la ciudad al ritmo de un saxofón que se filtra por las ranuras de los sentidos. Es el resuello azufrado del miedo de vivir en el obsceno mundo de Travis Bickle, despojo de la guerra de Vietnam. La ciudad es Nueva York, pero puede ser cualquiera de las que pululan sobre la tierra.

Taxi Driver, atroz imagen de la soledad que consume al ser humano de nuestro tiempo. El cine es el único arte que nace y crece con la tecnología. Pero no solo es divertimento, es cartografía de la peripecia del ser humano por la vida.

Travis (Robert De Niro en su insuperada actuación) es insomne, padece ansiedad y depresión. Trabaja en su taxi de sol a sol para rehusar su mal. Una mujer que trabaja para un senador lo seduce, pero él es un perdedor nato, y al invitarla a una película pornográfica, ella se aleja.

Sigue su rutinario merodeo por la ciudad saturada de drogadictos, rufianes, traficantes… Conoce a Iris, una prostituta de trece años y trata de protegerla de la escoria humana. Asqueado, rasura su cabeza y la arregla a lo mohicano; al hacerlo, rebana sus vestigios de cordura. Adiestra su físico y las artes de combate, y sale a limpiar la ciudad, patética máquina de guerra.

Suprimir la realidad mata, Travis lo ha hecho. Sus ojos han visto un mundo pervertido que debería ser arrojado al retrete. La civilización está moribunda y él es testigo a punto de declarar, pero se detiene, espera, acumula rabia y hastío.

Por las noches alguien abre las esclusas de los desechos y Travis se atiborra de cine porno para desertar del basural que le asfixia. Mata a cuanto proxeneta halla y cae cosido a balazos. Una mueca brutal dibuja el prefinal: apunta con su dedo índice su sien y simula un disparo.

Taxi Driver es un espejo trizado de los solitarios del mundo. Soberbia radiografía de las entrañas del alter ego de las metrópolis. Tormento y violencia catártica. Epinicio de los desheredados de Dios.

¡Con errores o trampas tejemos nuestros caminos!

Este artículo se publicó en el diario El Comercio.