Estimados señores:
Les escribo para conocer su opinión y la de las demás academias de la lengua respecto a una eventual eliminación de las tildes de la ortografía española. El español tiene una correspondencia casi perfecta entre su escritura y pronunciación, probablemente más que en cualquier otra lengua importante de occidente. Esto tiene muchas ventajas, una de ellas es la facilidad que se tiene al aprender a escribir español tanto en niños como en extranjeros. Al comparar con otras lenguas como el inglés o el francés, los niños invierten menos tiempo para alcanzar niveles de escritura y lectura aceptables. Sin embargo, esta fidelidad entre escritura y pronunciación resulta excesiva e innecesaria con las tildes. Según entiendo, las tildes pretenden cumplir dos funciones, indicar la silaba acentuada de una palabra o eliminar ambigüedades en palabras de igual escritura, como por ejemplo en se y sé.
2 respuestas
De nuestra consideración:
Personalmente, comprendo la inquietud que expresa usted en su carta, pero no la comparto. El capítulo referente al uso de la tilde en español es, con mucho, el más claro y genuino de los relativos a nuestra ortografía. Sencillo, fácil, con pocas excepciones, asegura la corrección prosódica y ortográfica, contribuye a la pronunciación correcta de las palabras que tienen hiato, y a distinguir entre sí el sentido de términos que, de no tildarse, obligaría a remitirnos al contexto, lo que no siempre es posible: continuo, continúo, continuó; límite, limite, limité, etc., etc.
En francés, por ejemplo, idioma en el cual hay nada menos que tres acentos distintos, para señalar, no la fuerza de voz, sino la apertura o el cierre de la pronunciación de ciertas vocales, o la supresión de una antigua consonante, cual es el caso del acento circunflejo, podría ponerse en tela de juicio el valor de su empleo, y ni siquiera así.: la acentuación en esa rica lengua preserva viejas formas y remite a los étimos, lo cual la relaciona con el pasado y su historia, aunque todas las palabras y oraciones se pronuncian con énfasis en la última sílaba. En español esto no ocurre: habiendo más palabras graves o llanas, las hay también agudas, esdrújulas y sobresdrújulas; diptongadas y con hiato…, en fin.
A propósito, ¿cómo pronunciaría un lector que jamás escuchó el término étimo, este mismo término, sin tilde? /etímo/ o /etimó/? Probablemente, lo confundiría con estimo o estimó…
Desde ningún punto de vista concordaría con la supresión de este capítulo de nuestra gramática. Es más, creo sinceramente que la ortografía es el área de la lengua que mejor preserva la unidad del español y da lugar a menos variaciones y equívocos.
Reciba usted la expresión de mi aprecio,
Susana Cordero de Espinosa
En mi opinión, las tildes no cumplen realmente ninguna de estas funciones. Si escribo por ejemplo la palabra cancion, sin tilde, resultaría poco probable y hasta gracioso que alguien al leerla la pronuncie con acento en la primera silaba. En cuanto a la segunda función, si escribo no lo se, es obvio que me refiero al verbo saber y no al pronombre personal. Para determinar la verdadera utilidad de las tildes se puede hacer un experimento sencillo: imaginémonos que eliminamos todas las tildes de este párrafo y preguntémonos si se vio afectada su claridad o se introdujeron ambigüedades. La respuesta es evidente: no. Por estos argumentos, la tilde es superflua y debería ser eliminada.
Gracias y saludos.
Danny Corzo