Ellos, al margen del desarrollo,
juegan con las palabras
dicen elay elaqui elé
dicen quespes quiay quierde
dicen chula chita chula
ellos cortan el rabo al perro
inflan las vejigas de los puercos despostados
ponen sombreros a los espantapájaros
se comen los corazones de las gallinas
las patitas de los cuyes asados
los tuétanos
Pero los jóvenes campesinos
parecen gatos acorralados
cuando están en la ciudad.
Se quedan mirando los caracoles
con ese aire de ojos
que tienen los caballos
cuando miran a las estrellas de cine