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«‘Trilogía’, de Jon Fosse: la inocencia perversa del amor», por don Raúl Vallejo

Más allá de que la novela esté —como toda buena literatura— anclada en una tradición nacional y un espacio cultural propios, es una provocación moral y estética sobre los límites del bien y el mal...

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Descubrir una obra literaria de un escritor o escritora, de quien no hemos leído nada, es explorar un mundo desconocido y estar dispuestos a maravillarnos, a través de una experiencia inédita de lectura, con todo aquello que conmueva nuestro espíritu. No conocía a Jon Fosse (Haugesand, Noruega, 1959), premio Nobel de Literatura 2023. Por fortuna, unos días después de que se anunciara la concesión del Nobel a Fosse, llegó a mis manos su novela Trilogía (2014, Premio de Literatura del Consejo Nórdico, 2015), que es la única obra que he leído de él. Trilogía, de Jon Fosse, me ha estremecido porque, más allá de que la novela esté —como toda buena literatura— anclada en una tradición nacional y un espacio cultural propios, es una provocación moral y estética sobre los límites del bien y el mal, tiene un ritmo trepidante y rompe constantemente la norma del tiempo y la realidad.

«Vigilia», la primera parte, se inicia con la llegada a Bjørgvin[1] de Asle, que es violinista y pescador, y Alida, que está embarazada, provenientes de Dylgja, un pueblo en donde hay apenas unas cuentas granjas y casitas de pescadores. Ellos llegan en busca de alojamiento y trabajo, pero nadie quiere alquilarles una pieza, ni siquiera para unos días. El peregrinaje de la pareja actúa como una metáfora de la búsqueda de un nuevo hogar de los migrantes y el rechazo espontáneo que sufren por los prejuicios contra el extranjero, por el odio irracional que genera el pobre y el extraño. La joven pareja enfrenta los problemas con el amor que se profesa, con la felicidad que han construido y llevan a cuestas, pero nada es suficiente para estar a salvo del mal. Lo que empieza como una bella historia sobre la persistencia del amor por encima de las dificultades se va transformando en una desasosegante historia signada por el horror del crimen. A lo largo de la novela, las vicisitudes de los personajes nos enfrentan a los límites de la justificación del mal en nombre del amor que se enfrenta a la iniquidad y el odio, de tal manera que quien lee se ve atragantado y exhausto ante un dilema moral.

En «Los sueños de Olav», la justicia expedita lleva a cabo la ejecución del asesino. Luego de vender su violín, Asle, bajo la identidad de Olav, regresa a Bjørgvin, movido por su amor a Alida, que ahora se llama Åsla, para comprar sus anillos de matrimonio. Asle es un asesino múltiple, pues ha matado al joven dueño de la caleta donde vive la pareja y a la comadrona dueña de la casa donde Alida parió y se sospecha que también asesinó a la madre de Alida. Alida es una mujer que parece no darse cuenta de lo que sucede a su alrededor, de la manera oscura como Asle resuelve los problemas, y, sin decir nada sobre su presente, pasa imaginando lo que quiere vivir. Esa mezcla de los niveles de lo real y lo onírico es constante en la novela y se acrecienta en «Desaliento», la parte final. El monólogo interior rompe continuamente el sentido del tiempo, pues mientras está sucediendo algo en el presente, de manera simultánea, el personaje está viviendo, mentalmente, ya sea el pasado de esa línea del suceso o su posibilidad de futuro. La relación de Asle y Alida está marcada por la inocencia de un amor adolescente y profundo, pero carente de culpa ante el crimen. Asimismo, el encuentro de Åsla, la hija a quien Alida le puso el nombre que adoptó para esconderse, con el fantasma de Alida es la culminación que mezcla tiempo y niveles de realidad para ofrecernos un final catártico, purificador. El autor parece decirnos que, en medio de la turbulenta oscuridad del mal, se vislumbra un destello de luz que, en alguna forma, purifica a quien ha caído en dichas tinieblas.

Trilogía tiene un ritmo trepidante dado por una forma de contar que recupera la velocidad de la oralidad al despojar a la narración de la puntuación tradicional: la coma se vuelve un instrumento al servicio del punto de vista subjetivo de los personajes. A lo dicho contribuye una constante repetición, como un leitmotiv musical, de lo que se dice que, en ocasiones, revela el acoso al que están sometidos los personajes protagónicos por el mundo hostil que impide su felicidad y los persigue sin tregua. La novela evoca una tradición musical familiar que empieza con padre Sigvald, sigue con Asle y continúa con Sigvald, el hijo de Asle y Alida. La presencia de la música en la novela no se desarrolla únicamente a nivel de la historia sino en la tesitura musical que tiene una narración de vigorosa evocación.

Jon Fosse es conocido, sobre todo, por su obra dramatúrgica que, con más de treinta obras teatrales, ha tenido alrededor de mil montajes en el mundo. Debutó como novelista en 1983 con Rojo, negro y, luego de pasar por una crisis de alcoholismo y convertirse al catolicismo en 2013, publicó Trilogía y lo que la crítica considera su obra maestra: Septología (2019-2021), un conjunto de siete novelas en tres volúmenes: El otro nombre (I-II), Yo es otro (III-V) y Un nuevo nombre (VI-VII). El Premio Nobel de Literatura 2023 le fue concedido «por sus obras teatrales y prosa innovadoras, que dan voz a lo indecible»: así sucede en Trilogía, una novela que da voz a la inocencia perversa del amor, frente a la que nos ahogaremos durante su lectura, en medio de un permanente dilema moral y estético que nos llenará de ansias de perdón y afán de castigo.

Este artículo apareció en el blog personal del autor.


[1] El puerto de Bergen es, en la actualidad, la segunda ciudad más poblada de Noruega y fue conocido como Bjørgvin hasta 1850. Bergen es la entrada a los famosos fiordos noruegos.

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