«Tsunami de noticias falsas», por don Diego Araujo

De acuerdo con una reciente crónica de The Guardian, un “tsunami de noticias falsas perjudica el esfuerzo de A. Latina para luchar contra el coronavirus”. La gigantesca ola de desinformación se mueve entre una variopinta escala desde lo extraño hasta lo ridículo...

De acuerdo con una reciente crónica de The Guardian, un “tsunami de noticias falsas perjudica el esfuerzo de A. Latina para luchar contra el coronavirus”. La gigantesca ola de desinformación se mueve entre una variopinta escala desde lo extraño hasta lo ridículo. La crónica del diario británico recoge algunas de las noticias que llegaron a millones de teléfonos celulares y computadoras: “que los ataúdes brasileños se habían llenado de piedras para inflar el número de muertos covid-19 del país; que los drones se usaban para contaminar a las comunidades indígenas en México; que la CIA estaba ayudando a propagar el coronavirus en Argentina; que los mariscos en el norte de Perú no eran seguros para comer porque los cadáveres de las víctimas de virus estaban siendo arrojados en el Océano Pacífico…” Como signo de los tiempos, el párroco de una población mexicana no lograba convencer a sus feligreses de la peligrosidad del coronavirus pues ellos atribuían las muertes a las fumigaciones para combatir el dengue.

Casi no dedico tiempo a las redes sociales. No obstante, en estos meses de confinamiento pude leer numerosos disparates en ellas. Al comienzo del coronavirus proliferaron innúmeras formas de evitar el contagio: gárgaras de agua con sal, infusiones de jengibre, inhalaciones de eucalipto, bebidas de té verde, abundante consumo de ajo o tizanas de alguna hierba prodigiosa… Por fortuna, se fue imponiendo el buen sentido de optar por lo único eficaz: uso de mascarillas, lavado de manos y el prudente distanciamiento social. En esas semanas se difundieron medidas absurdas y tan curiosas, como la del “iluminado” pirómano que promovía contra el virus la quema y el humo. Solo el calor era capaz de destruirlo. No faltaron voces irresponsables en boca de mandatarios que rehúsan protegerse con mascarillas pero recomiendan como si fueran médicos el uso de productos que pueden provocar graves daños … Dentro de la profusión de teorías conspirativas, como las que achacan a China la creación del virus en laboratorio, se difundió la especie de que las torres de telecomunicaciones 5G propagaban el coronavirus a través de ondas de radio…

Detrás de esas noticias falsas se hallan también intereses comerciales, que lucran por la venta de los productos milagrosos contra el mal o por la divulgación de videos que, a pesar de los dislates o quizás gracias a ellos, consiguen un alto número de visitas.

Una estudiosa del fenómeno de desinformación señala en The Guardian que los grupos sociales muy unidos que caracterizan a las sociedades latinoamericanas son tierra fértil para las noticias falsas. Sin embargo ninguna sociedad se ve libre del influjo de estas. ¿No lo comprobó hace tiempo la propia Gran Bretaña con el tsunami del Brexit que le llevó a romper con la Unión Europea?

Este artículo apareció en el diario El Comercio.

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