
Yo soy un hombre
que miro desde la altura de los pájaros,
que identifico apenas las cartas geográficas.
Puedo llevar el signo de la cruz,
como la estrella
que dibujaron todos los profetas.
Gritar dolido
cuando se acaba el día
o cuando muere un búho acosado de luz.
Y puedo alzarme al júbilo,
cuando un soldado llega
derrotado en las líneas de la pólvora,
pero latiendo aún su corazón.
Yo llevo mi destino…
y no quebranto el tiempo,
ni el país que señala
la inicial y la senda de mi cuerpo;
y quizá la memoria
si es que un día regresa mi exhumada cal
Yo llevo mi destino…
como todos los hombres…