Qué difícil resulta hablar de la muerte cuando ésta ha exhalado su aliento repentino y temprano sobre uno de nuestros seres queridos. Se requiere coraje para escribir unas líneas en esas circunstancias, pero si el trance ha sido brutal, además de otros agravantes que acentúan el dolor y multiplican las interrogantes, se necesita también de una tremenda solidez mental y espiritual para narrar esos hechos con la pluma firme del escritor que es, muy a su pesar, protagonista de la historia.
Ernesto Carrión (Guayaquil, 1977), se desangra en la novela Un hombre futuro, que alcanza ya su cuarta edición, en esta ocasión publicada por la editorial Cadáver Exquisito. Se trata de una historia impactante y de reflexiones profundas que arranca con el descubrimiento del misterioso asesinato del padre del autor en un bar de Guayaquil, lugar en el que los asesinos y sus cómplices han ocultado el cuerpo durante tres días en un congelador.
Dice Carrión: “Cómo iniciar la historia sobre la vida de un hombre al que apenas conocí. Y cómo ensamblarla —me pregunto mientras hago el ejercicio en mi cabeza— sin obviar detalles importantes y sin exagerar detalles quizás sin importancia. La vida de un hombre comienza con su muerte. Quizás por eso es que solamente después de su fallecimiento puede ser narrada.”.
Es esta una historia sincera, a momentos incluso descarnada, en la que Carrión aborda la distante relación con su padre. Su reecuentro les permite conocerse cuando el autor ya es adulto y ha empezado a enrumbar su vida, mientras que el padre, abogado de profesión, funcionario de un juzgado, se ahoga a diario en un mundo de expedientes, trámites, copas, mujeres y nuevos hijos.
Esta relación tardía tiene un hilo conductor: las sólidas convicciones ideológicas de Guillo, su padre, alrededor del comunismo al que abraza y defiende con fe inquebrantable. Ernesto, joven periodista, persigue una historia vinculada al grupo subversivo Alfaro Vive Carajo, que en esos años empieza a aparecer en el país provocando zozobra. En su formación, se ha producido un hecho de tintes novelescos y lleno de simbología con el robo de la espada de Eloy Alfaro. Esa es la historia que envuelve a Carrión y lo vincula otra vez con su padre, por lo menos de forma temporal, hasta que el destino los separe una vez más.
“Un hijo necesita mirarse en su padre como una forma de autoexploración futura. Ver las pecas en sus manos y las líneas en su rostro para encontrar las propias. Oírlo reír. Oírlo hablar atropelladamente por horas sobre un millar de temas, para escudriñar en toda su humanidad alguna coincidencia. Este hombre era mi padre: Guillo… Un abogado comunista que no había pisado nunca una guerra y que sorprendía por sus temas revolucionarios.”.
Esta es la historia que Carrión se atrevió a contar, la de Un hombre futuro, cuyo título evoca aquel concepto acuñado por el Che Guevara al inicio de la revolución, cuando la humanidad imaginó ilusoriamente un cambio.
Este artículo apareció en el diario El Comercio.