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«Una larga espera», por don Óscar Vela

Nosotros seguimos esperando, seguimos viviendo, seguimos acompañados de nuestras familias, caminando en libertad, mirando salir el sol cada día sin percatarnos del valor que tiene la libertad...

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Qué larga se hace la espera cuando del otro lado no hay una sola reacción, ni un amago de respuesta, ni un gesto de solidaridad, ni un solo viso de humanismo, de empatía, nada…

Nosotros seguimos esperando, seguimos viviendo, seguimos acompañados de nuestras familias, caminando en libertad, mirando salir el sol cada día sin percatarnos del valor que tiene la libertad. Seguimos el camino de la vida mientras Nelson Serrano, un compatriota, sigue muriendo en su celda de dos por tres metros en una prisión de Florida. Nelson, un hombre que no puede escuchar nada de lo que sucede a su alrededor, que no ve casi nunca el cielo, que no ve jamás la luna, que no ve el final de su caso en el que tiene pruebas suficientes para ser absuelto, pruebas que la justicia tampoco quiere ver para que no se desmorone su infame castillo de naipes.

Pero aquí estamos, pasando la voz, comentando, escribiendo, recibiendo apoyo de la gente, difundiendo una historia espeluznante que bien podría ser la nuestra. Aquí estamos, insistiendo, luchando, enfrentados a un monstruo que pretende asustarnos con su silueta inmensa, como si estuviéramos en la caverna de Platón. Aquí estamos, derrumbando obstáculos, lanzando señales de humo, aferrándonos a la esperanza de que reaccionen quienes tienen el poder y la fortaleza de levantar su voz y ser escuchados. Aquí estamos, observando como el tiempo insiste en ganarnos la batalla, mientras que los que podrían hacer algo solo hacen silencio.

En esta larga espera hemos decidido destruir mitos cimentando verdades, por si alguien aún tuviera dudas sobre la inocencia de Nelson, sobre la injusticia con la que ha sido tratado, sobre las innumerables vejaciones que ha sufrido.

A los que nos dicen que el sistema judicial penal de Florida es perfecto e infalible les contamos que ese sistema tiene los índices más altos de corrupción en los Estados Unidos, que ha condenado a cientos de personas inocentes y que ya han sido obligados a exonerar a más de treinta personas del corredor de la muerte por “errores” en sus juicios.

A los que nos dicen que Nelson Serrano fue deportado del país de forma legal les respondemos que él es ecuatoriano, que ningún ciudadano de este país puede ser deportado, que fue secuestrado por policías extranjeros y nacionales, que fue torturado, encerrado en una jaula para perros durante toda una noche y transportado sin documentos en un vuelo comercial de una aerolínea estadounidense.

A los que, sin saber, aseguran que existieron suficientes evidencias contra Nelson Serrano en el juicio que se le siguió por el homicidio de cuatro personas les revelamos que Nelson fue condenado sin una sola prueba real, que la fiscalía ocultó evidencias que lo exculpaban, por ejemplo, la existencia de un guante con ADN, testigos oculares y el hallazgo de varias armas en la escena del crimen.

Les decimos que hoy, finalmente, nosotros contamos con todas esas pruebas a favor de Nelson Serrano y que seguimos esperando.

Este artículo apareció en el diario El Comercio.

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