Una suave tempestad más tres enojos de ola
no son una marea.
Un océano menos dos nubes negras sigue siendo un océano.
Se vive rodeado de volcanes
acechan tsunamis
ciclones y borrascas de pasiones intermedias.
Todo esto es maligno.
Mas el poeta con el mismo hilo
que junta las voces del mundo y el silencio
teje las pequeñas permanencias recordadas.
Su palabra brota en esa parte del ojo
donde el vértigo nos convierte en intangibles
o posibles.
Dos truenos más un mientras relámpago
no son todavía una tormenta.
Fuente: Poesía ecuatoriana (antología esencial), prólogo y selección de Sara Vanégas Coveña, Cuenca, Universidad del Azuay, 2019.