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Se presentó el «Diccionario quichua – español y español – quichua»

El pasado 2 de mayo, en el auditorio de nuestra academia, se efectuó la presentación de la segunda edición, revisada y aumentada, del «Diccionario quichua - español y español - quichua» de la Academia de Lengua Quichua.

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El pasado jueves 2 de mayo de 2024, en el auditorio de nuestra academia, se efectuó la presentación de la segunda edición, revisada y aumentada, del Diccionario quichua – español y español – quichua de la Academia de Lengua Quichua, de autoría de don Bernardo Chango, don Jaime Chimbo y doña María Angélica Ullauri. En el acto participaron doña Susana Cordero de Espinosa, directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, don Francisco Proaño Arandi, secretario de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, el doctor Bernardo Chango, director de la Academia de la Lengua Quichua y don Jaime Chimbo.

Sobre el acontecimiento, doña Susana Cordero de Espinosa escribió:

Hace algo más de un año, vino el doctor Bernardo Chango, director de la Academia de Kichwa, (quichua, en español), a conversar con nosotros; lo recibimos Francisco Proaño y yo misma. Charlamos, sobre todo, respecto del diccionario quichua español-español quichua que ellos estaban elaborando (recordemos que la variedad del quechua hablada en nuestra tierra ecuatorial es el quichua, no el quechua, como lo reconoce la RAE en el diccionario general, porque en el quichua ecuatoriano solo existen tres vocales: la a, la i, la u).

Esa larga conversación tuvo dos consecuencias: la primera, decidimos prestar a los académicos quichuas una de nuestras aulas, mientras no tuvieran su propio lugar en el que reunirse a dialogar; no la han ocupado desde entonces sino una vez: su extremada delicadeza siempre sorprende y encanta. Participaron el año pasado con la AEL y durante la pandemia, con conferencias a través de Zoom, y nuestra amistad se fue consolidando.

Hace algo más de un mes nos preguntaron si podrían presentar en la Academia su hermosa edición del diccionario quichua, ya terminada. Durante estos años he procurado, por obvias razones, limitar el acceso a nuestro auditorio a presentaciones de académicos y a actos relacionados estrictamente con nuestra vida institucional, y me he resistido a presentar en él algo que no fuera netamente académico. Creo, honestamente, haber hecho bien. Esta vez no dudé un instante, y concedimos a la Academia Kichwa el uso del auditorio. Nos avisaron que vendrían académicos de diversas comunidades y nos preguntaron también sobre quién podría ofrecer un coctel para unas treinta personas. Pusieron así, sencilla y decentemente, límite al número de invitados. Francisco y yo les anunciamos que estaríamos presentes y lo agradecieron: ellos no imaginaban esta circunstancia.

El acto, su sentido, su decencia desbordó nuestras expectativas. Por primera vez, en el lapso de ciento cincuenta años de existencia académica, se presentó en nuestra Academia un diccionario de la principal lengua indígena hablada en nuestra patria, el kichwa, redactado en común por académicos de todos los ámbitos de habla del quichua en el Ecuador, habiendo sido esta lengua la que más ha influido en el español ecuatoriano. (Un paréntesis necesario: A la influencia y usos del quichua en el español del Ecuador, dediqué mi ponencia al recibir el doctorado honoris causa de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR, 2023), que hoy entrega a la AEL la mitad del presupuesto necesario para nuestro próximo XVII Congreso de noviembre y, por si no les ha llegado todavía esta grata noticia, la otra mitad la entregará la Agencia Española de Cooperación).

¿Cómo imaginar que no amen al Ecuador, que no nos valoren, aun en medio de la desgracia, cuando recibimos tantos estímulos inesperados?

Pues bien, al hablar ayer en este acto, no pude disimular la enorme emoción que me invadía: este reconocimiento de Academia a Academia que habría debido venir desde muy antiguo, apenas ha existido pues, que nosotros sepamos, este diccionario es el primero elaborado por indígenas.

Ya Luis Cordero Crespo, tío bisabuelo de Simón Espinosa Cordero y de mí misma, por Cordero, y tío bisabuelo nuestro por la abuela Victoria Crespo, por Crespo, (¡qué muestra de cuencanidad!, dirán ustedes, pero es bueno tener la oportunidad de presumir sin avergonzarnos)…, publicó en 1895 su Diccionario quichua-español español quichua, muy completo y bello, con estudios gramaticales y poemas escritos por él mismo en esa hermosa lengua indígena. Él vivió en la vieja hacienda de Surampalti, en Déleg, donde aprendió a amar a los indios y a expresarse con ellos en su lengua. Conservo aún una vieja edición de ese diccionario. También mencioné a mi abuelo, Octavio Cordero Palacios, que, historiador, matemático y lingüista, escribió en 1923-24 su libro “El quechua y el Cañari”, un estudio filológico de los idiomas quechua y cañari, con un léxico cañari, libro al que se otorgó, hace exactamente un siglo, en 1924, “La Palma de Oro”… (El abuelo escribía aún quechua. Nuestro exdirector Carlos Joaquín Córdova consiguió hace no muchos años que se introdujera en el diccionario general la palabra quichua, para nombrar el habla de esa antigua lengua en el Ecuador).

Asistieron al acto académicos de Otavalo con sus hermosos trajes, de Sucumbíos, de Imbabura, de Tungurahua, del Azuay y otras provincias; vino un grupo indígena de música, y al final, el coctel para todos.

Sé que con este acto se ha abierto para la Academia Ecuatoriana de la Lengua Española un ámbito que, en justicia, nunca debió serle ajeno. Ha sido para mí un premio de la vida lo sucedido ayer, y confío en que todos los académicos ecuatorianos se sientan igualmente orgullosos de compartir su patria, su academia, y ojalá algún día su lengua, con el mundo indígena, que anhela y merece ser plenamente aceptado.

No podía dejar de contarles todo esto, abrumada todavía por la emoción vivida. Nunca he asistido en nuestra Academia a nada que considere más históricamente justo que a este acto.

Pueden disfrutar del video de la presentación aquí: