«Bolero y rockola», por don Marco Antonio Rodríguez

Descendiente de aires operísticos y melodías francesas e italianas, el bolero español se cantó y bailó; fusionado al danzón fue fuente de 'Tristezas', el primer bolero clásico, compuesto por José Pepe Sánchez...

Descendiente de aires operísticos y melodías francesas e italianas, el bolero español se cantó y bailó; fusionado al danzón fue fuente de Tristezas, el primer bolero clásico, compuesto por el cubano José Pepe Sánchez en 1883. El ritmo fue recibido en México con genio y júbilo, y luego se esparció a ritmo de vértigo por nuestra América.

Refundido en la cultura popular, vivió años de glorificación; la “alta cultura” lo desdeñó, colgándole el sambenito de “cursi”. Sin embargo, siguió conquistando generaciones. ¿Por qué hay boleros “inmortales”? ¿Qué nombran o silencian? ¿Qué dicen para haber vulnerado el tiempo ? ¿Por qué siguen vivos y abrasadores? Quizás porque instilan romances sosegados o trágicos, juramentos quebrantados, nostalgias cándidas o pasiones inclementes, volutas de humo que alumbran el corazón humano. Creemos asistir al eclipse del bolero tradicional y, de pronto, lo hallamos redivivo en Omara Portuondo, Lila Downs, Tania Libertad, Diego el Cigala, Luis Miguel, Julio Jaramillo…

¿Quién no guarda un bolero en su bitácora de amores olvidados? Evoco el ‘mensaje’ de José Emilio Pacheco al denostado, por “cursi”, Amado Nervo, en Una cartita rosa: “Lo cursi es la elocuencia que se gasta./ No te preocupes…/ Tarde o temprano/ vamos a hacerte compañía”.

El bolero de oro: Agustín Lara, Sindo Garay, Pedro Flores, Daniel Santos, Tito Rodríguez, Manzanero, Milanés… Resuenan los Tacones lejanos de Pedro Almodóvar. En una de las escenas más sensitivas de la película, Luz Casal interpreta Piensa en mí de los hermanos Agustín y María Teresa Lara. Un hálito nostálgico ronda el pecho del espectador.

Sí, el Flaco de Oro –el rostro lacerado por un amor prohibido, ceniza de cigarrillo cayendo en la solapa de su traje– ocultó a su hermana, autora quién sabe de cuántos boleros que salieron solo con la firma de Agustín.

“Si tienes un hondo penar/ piensa en mí./ Ya ves que venero/ tu imagen divina,/ tu párvula boca/ que siendo tan niña,/ me enseñó a besar”…

Si el “tango es un pensamiento triste que se baila”, el bolero es deseo con visos de nostalgia (el pensamiento lleva al cuerpo). Melodía kitsch (letrillas urdidas por tópicos, clichés, cursilerías), al bolerista le importa una higa hacer el ridículo, acude a lugares comunes, consciente o no de que el instante menos pensado se filtrará la poesía.

¿Subproducto consumista? Los exponentes de las culturas híbridas –recelosos de lo popular– se rindieron ante su aliento avasallador. Somos criaturas hechas de abismos y también de trivialidades secretas. Bailamos derrotas y regocijos, caricias y traiciones, hallazgos y distancias, es decir, el repertorio de la vida. ​Cuando llegó la rockola el bolero se hizo oráculo. Bares y cantinas, hoteles y restaurantes ostentaban estos aparatos que guardaban las voces de Los Panchos, Leo Marini, María Luisa Landín, Benny Moré… Era preciso insertar una moneda y abrir esos tesoros envueltos en humo de cigarrillo para internalizarse en su mundo y recibir respuestas a nuestros candorosos y cursis desasosiegos. Mito y ritual de poesía y bohemia que se evaporaba como un firmamento de cocuyos llameantes.

Sartre dijo que “el hombre es una pasión inútil”. La rockola difundía conmociones que contradecían al filósofo. Boleros que se bailaban, otros que se escuchaban. Los primeros tuvieron fama de clandestinos y proscritos hasta en las salas familiares. “Perversa, te burlaste de mí…/ Como hiedra del mal te me enredaste./ Y como no me quieres, me voy a morir”…

De a poco la rockola se desvaneció como los quiméricos amores inventados en las pláticas de la jorga. Pulsar Perdón de Pedro Flores o Cuando vuelva a tu lado de María Grever era instalarse en un orbe baladí pero entrañable. Nunca supimos, por cierto –apenas empezábamos la adolescencia–, a quién pedíamos ‘perdón’ ni al lado de ‘quién’ íbamos a volver.

“Perdón/ Vida de mi vida/ Perdón/ Si es que te he faltado/ Perdón/ Cariñito amado/ Ángel adorado/ Dame tu perdón”…

Este texto apareció en el diario El Comercio en dos partes. Parte 1 | Parte 2

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*