I
La niña tiene un amante
que escudero se decía;
el escudero le anuncia
que a la guerra se partía.
—Te vas y acaso no tornes.
—Tornaré por vida mía.—
Mientras el amante jura,
diz que el viento repetía:
¡Mal haya quien en promesas
de hombre fía!
II
El conde con la mesnada
de su castillo salía:
ella, que le ha conocido,
con gran afición gemía:
—¡Ay de mí, que se va el conde
y se lleva la honra mía!—
Mientras la cuitada llora,
diz que el viento repetía:
¡Mal haya quien en promesas
de hombre fía!
III
Su hermano, que estaba allí,
estas palabras oía:
—Nos has deshonrado dice.
—Me juró que tornaría.
—No te encontrará, si torna,
donde encontrarte solía.—
Mientras la infelice muere,
diz que el viento repetía:
¡Mal haya quien en promesas
de hombre fía!
IV
Muerta la llevan al soto,
la han enterrado en la umbría;
por más tierra que le echaban,
la mano no se cubría:
la mano donde un anillo
que le dio el conde tenía.
De noche, sobre la tumba,
dizque el viento repetía:
¡Mal haya quien en promesas
de hombre fía!