Un buen muchacho recibe las llaves de su departamento.
Se las han lanzado por la ventana.
Lo reciben: un charco de sangre. Un feto.
Limpia el piso con trapos viejos. Llama al suegro.
La mujer con voz casi inaudible le suplica que no se vaya.
El agarra unas monedas, una cadena y sale.
Corre.
No es un psicópata.
No es un pervertido.
No es un killer.
Solo necesita polvo para su pipa.
En el fondo es un buen muchacho…
Pero en el fondo del mar,
Con una piedra atada al cuello.
Irrecuperable
Espero tu visita.
Tú me traes la cura.
La mujer de la limpieza espera dejar la miseria.
Yo solo espero dejar la droga.