Es clara e inquieta.
Es clara e inquieta
y ahueco hoy las manos para brindarla.
¡Cuánta contienen mis manos
de esta dulce agua!
La cojo cuando ágil y naciente salta
—plena de fragancia, de frescor, de iris—
mojando el follaje de mis ansias.
Vértice de mi alma, en ti nace el agua.
Tomad cada uno prolongado sorbo,
los que váis sedientos de un cristal nervioso.
Impaciencia lucen mis manos delgadas,
vaso que palpita sintiéndose colmo.
Bebed, que se apagan las burbujas pronto
y será agua muerta
el agua bullente que en las manos porto.
El agua está viva. ¿Tenéis sed de alma?
Bebed, que casi oigo
música, si acerco las manos al rostro.
El agua está viva, y es para nosotros,
los que váis sedientos de un cristal nervioso.