Tan jovial está el prado,
y el azul tan sereno,
que me he sentido bueno
con todo lo creado…
El sol, desde su asomo,
derramó por mi estancia
el oro y la fragancia
del polen del aromo.
Sentimental, el asno,
rebuzna su morriña,
y ayer, como una niña,
floreció ya el durazno.