Sucede que a veces, ante lo que hay que decir,
las palabras se ablandan y cuelgan,
fláccidas y salivosas, como lenguas de ahorcado.
Cocuyo, Severo Sarduy.
¿Creerías si te digo que tus huesos me habían visto antes de empezar a amarnos?
1
La marea siempre trae consigo muerte
huesos y muerte
lenguaje imposible pero directo.
En la Tolita de los Ruano
vi por primera vez
los restos óseos de animales marinos
traídos hasta la orilla.
Mi abuelo dijo:
¿ves eso que traen las olas?
Eso es el retrato de lo que fuimos
porque somos muerte
acumulación de huesos que gritan
lengua que no podemos codificar.
2
En 1996 y con arena de mar en mis pupilas no supe entenderlo
solo a través de la ausencia
podemos hallar el tiempo
que se va junto con la marea
a reposar en otra isla
3
Mi abuelo dijo: ¿ves ese esqueleto de pez muerto?
Si quieres entender el tiempo
tienes necesariamente que inclinarte ante los huesos
4
En 1996 con arena atravesando mi cráneo
no pude abrir el canal de entendimiento
entre aquel hombre y mi niña insular.
Precisaba de ausencias y ruptura.
Yo
que nunca he roto ninguno de mis huesos
ahora entiendo
que es justo ahí
en esas no fisuras óseas
donde se esconde la posibilidad de olvido.
5
Si despliego mi hueso hioides
en una mesa llena de colillas de cigarrillos
para que sea triturado
en medio de una partida de ruleta rusa
podré olvidarme de tus ojos:
territorio insular que trae consigo la muerte,
es decir,
otro universo posible de mi cuerpo.