Te he dicho que los hombres no contemplan
el puro río que pasa,
la dulce luz que invade las riberas
cuando fluye hacia el mar el agua casta.
Te he dicho ayer… Y yo veo ahora
fluyendo dulce hacia la mar lejana,
mientras los hombres ciegos, ciegamente
se embisten con furor de piedra helada.
Con desolada luz vas olvidado,
pero yo te contemplo, agua irisada,
silente amigo, y veo mi figura
triste, mirándose en tus aguas.
Amigo solitario:
esto te digo mientras pasas.
Repite luego mi voz triste
allá en las rocas desoladas.
Porque has de ver tierras estériles
y muertos sin remedio ni esperanza.