recién paridas son despojadas de sus crías
apaleadas las capturan antes de cumplir diez días de vida
antes de perder el primer pelo
las de capa blanca nacen sobre témpanos flotantes
desde lejos
sólo pueden distinguirse los discos de carbón de sus ojos negros
de su nariz mojada
con la pelusa del hielo de ellas mullida
en los cuentos infantiles se hacen escarpines para nubes
pero este vestido y su tierna pulpa nada duran
lobas tubulares
las madres marinas que amamantan
aúllan ante los garrotes pero no huyen
así es mi agonía
tú
pielero del ártico
hábil en el manejo de las varas
tú permites que sangre
y arrastre el pecho impulsada por mis aletas cortas
por mis largos bramidos
al filo de la mole de hielo
apenas quieres la piel del lomo que apaleas
en el polo
el sol cae como una puerta de hierro
aldaba el mar aldaba el día
en el cielo
no hay pájaro que sospeche la crueldad del corazón humano
Fuente: Nueva York Poetry Review.