Estando, triste, seguro,
mi voluntad reposava,
quando escalaron el muro
do mi libertad estava.
A escala vista subieron
vuestra beldad y mesura,
y tan de rezio hirieron
que vencieron mi cordura.
Luego todos mis sentidos
huyeron a lo más fuerte,
mas ivan ya malheridos
con sendas llagas de muerte.
Y mi libertad quedó
en vuestro poder cativa,
mas gran plazer ove yo
desque supe qu’era biva.
Mis ojos fueron traidores:
ellos fueron consintientes,
ellos fueron causadores
qu’entrassen aquestas gentes
qu’el atalaya tenían
y nunca dixeron nada
de la batalla que vían,
ni hizieron ahumada.
Después que ovieron entrado
aquestos escaladores,
abrieron el mi costado
y entraron vuestros amores,
y mi firmeza tomaron,
y mi coraçón prendieron
y mis sentidos robaron,
y a mí solo no quisieron.
Qué gran aleve hizieron
mis ojos y qué traición:
¡por una vista que os vieron,
venderos mi coraçón!
Pues traición tan conoscida
ya les plazía hazer,
vendieran mi triste vida
y oviera dello plazer.
Mas el mal que cometieron
no tienen escusación:
¡por una vista que os vieron
venderos mi coraçón!