Como tras los mullidos ves tres gatos / a su trisagio erótico ceñidos, / saltar por los tejados, aguerridos / como otros d' Artagnan, Porthos y Athos, / pasas a depender, no de insensatos / pensamientos ajenos repetidos / ni de tu larga deuda de descuidos...

Como tras los mullidos ves tres gatos
a su trisagio erótico ceñidos,
saltar por los tejados, aguerridos
como otros d ‘ Artagnan, Porthos y Athos,

pasas a depender, no de insensatos
pensamientos ajenos repetidos
ni de tu larga deuda de descuidos
sino del paso de estos gatos gratos.

El primero te quita de lo humano
sin llevarte por eso a lo divino;
el segundo te anima la sonrisa;

con el tercero, piensas, de la mano,
más cabal, de la cola del felino:
¿a qué, no siendo humanos, tanta prisa?

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