y que una vez más
me aspen si olvido
la feroz lección de una alegría idiota:
fue enorme el yerbazal del ganar la apuesta
y abrir las ventanas a concupiscencias secretas
y soplar un pífano sin tomar a pecho las rejas edénicas:
hubiera debido licuar mi sombra en aguardiente
o mis monedas más golosas en el sol del averno:
habría acallado así este deseo proficuo
esta flor que anunció luzbell
este cielo que me asperjó su azul en los atuendos
este burbujeo de ninfas soñadas
—la lección feroz de mi alegría idiota
y una vez más
que me aspen si olvido
los látigos los cálices los símbolos revueltos
el pífano soplado por aquel que perdió la apuesta
dejándome en este enorme
yerbazal desyerbado