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«Pero Grass fue autor también de ‘El Rodaballo’», por don Hernán Rodríguez Castelo

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Dr. Hernán Rodríguez.

El mismo día nos sorprende con la noticia de la muerte de dos importantes escritores, y el mundo, hasta el frívolo y oportunista de los noticiarios, se conmueve. Lo cual es buena nueva: la literatura aún cuenta entre los grandes intereses de las mayorías.

            Galeano en lo que leí de él y en el par de ocasiones que departí con él brevemente me pareció, a más, por supuesto, de brillante escritor, un espíritu altivo y noble. Y la última noticia suya, que me llegó hace pocos meses de Montevideo me dijo algo más: no se había momificado en el culto a construcciones ideológicas que la historia ha mostrado que eran falsas desde sus cimientos -a costa eso sí de los millones de humanos que masacró Stalin- y era capaz de revisar su visión de la sociedad y la historia. Había dicho “No sería capaz de leer las venas abiertas de América Latina de nuevo.  Esa prosa de izquierda tradicional es pesadísima”. Como para esperar su nueva visión de esta región del mundo, tan requerida de palabras como la suya. Un cáncer, ese tremendo flagelo de nuestros tiempos, no le dio tiempo.

Y GUNTER GRASS

Gunter Grass, hace ya mucho, me parecía el novelista más importante de Europa. Y, siendo sus novelas sumas tan complejas de  pensamiento e inquietudes de nuestro tiempo, era, sin más, el escritor de mayor peso.

            La obraque le dio fama extensa en el mundo lector fue El tambor de hojalata, publicada en 1959 y difundida por una película que estuvo, a la medida de que ello era posible con obra tan rica, a la altura.

            El hilo de la historia fue Oskar que el día de su tercer cumpleaños decidió no crecer.Tocar el tambor sería su manera de pronunciarse ante el tiempo que le había tocado vivir. Un mundo en que se sienten ya las amenazadoras pisadas del nazismo.El pequeño tambor se verá envuelto en los horrores que desencadena la locura de la cruz gamada.

            Pero a lo que no alcanzan los que solo tienen noticia de oídas de esa historia es que el tambor decide crecer. Enla tumba delpadre aroja el tambor -otrode los tantos símbolos de la obra-.Una piedra arrojada por el hijo que el tambor ha tenido lo golpea.Entonces es cuando decide crecer.Y el tercer libro nos lleva a la postguerra. Carestía, mercado negro, reformas. Oskar acaba de  tambor en una orquesta de jazz…

            Recomendé la lectura de la vasta y  riquísima novela en mi El camino del lector, con este breve comentario, tras haber tentado una prsentación sumaria de su argumento:

     Ambiciosa y rica novela que corre a través de un tiempo convulso, en el cual se inserta la vida del anti-héroe.Ese tiempo,al igual que toda una suma de sucesos, a veces bizarros, seven desde la perspectiva de Oskar, que no quiso crecer. Oskar, su tambor y su voz que destroza cristales tienen una dimensión simbólica. Acaso sean símbolo del artista y su papel frente a una sociedad convulsa. (Oskar con su tambor desbarata una ceremona masiva nazi;pero se ve arrastrado a un grupo que entretiene a la tropas y oficiales nazis).La novela bulle de vida -histórica, social, personal- y está animada por múltiples recursos.Está narrada en una prosa vigorosa que incorpora lo popular.Su forma es de amplitudy riqueza barrocas, y tiene la plasticidad y fuerza del expresionismo, elpoder de sugestión delsuperrealismo y la penetración  directa y simple del mejor realismo.Aguda ironía, deformaciónque llega al grotesco y desenfadado humor de picaresca dan una visión delmundo farsesca, que linda con el absurdo.De visión tan iconoclasta no se salva nada.El tema, tan insistente, delasesinato al padre parecía sugerir la búsqueda de un mundo radicalmente nuevo.Que, por supuesto, no lo halla Oskar que termina fracasado y en total soledad.

Y VINO "EL RODABALLO"

            Pocas veces una novela habrá sido tan esperada. ¡La nueva novela de Grass!

            Y llegó, para deslumbramiento de los mejores lectores de novela, admiración de muchos otros y desconcierto de muchísimos más "El rodaballo", en 1980.

            No dudé en incluirla en El camino del lector, donde estaba ya El tambor de hojalata. Como evocación del gran novelista que ha partido y homenaje a la grandeza de su aporte a la literatura del siglo XX, abro esa gran guía de lecturas y  releo lo escrito sobre  El rodaballo:

     La novela estácompuesta como un juicio que un tribunal feminista sigue al pez aquel,mítico y parlante,por el cargo de haber aconsejado al varón a través de los tiempos para transformar en una sociedad machista lo que comenzara como matriarcado. Y el juicio hunde sus raíces en los viejos días, cuando "madre" era laúnica palabra posible para el progenitor y la madre neolítica tenía  tres pechos.

     Pero es no es sino un nivel de la vasta y compleja construcción.

     Otro es larelación del narrador con Ilsebill, su mujer, y la gestación del niño que los dos engendran al comenzar la obra (antes de sentarse a hacer los honores a una espaldillade cordero con medios dientes de ajo y unas peras rehogadas en mantequilla).

     Nueva parte tiene la mnovela y corresponden a cada uno de los meses de gestyavión que, con solo ello, adquiere ya un espacio espevcialísimo y un insistente valor simbólico.

     Y otro nivel es el del discurso histórico, a través de nueve mujeres (y un par más), cocineras todas, junto a las cuales vive el narrador lo que llama sus "tempotránsitos", que son reencarnaciones para la narración en primera persona y desde dentro.

     En esos tres registros se orquesta la obra, con juego irónico sostenido y amplio despliegue de capacidad de evocación histórica, dentro de alusión política directa u oblicua.

     Juego rico y sabroso con gran carga de sentidos.Con humor desenfadado se buscan pistas para iluminar lasrelaciones varón-mujer, claves para desmitificar la historia y se desentraña el significadoúltimo de hechos al parecer tan cotidianos como la cocina.

     El lenguaje, barroco, riquísimo, va de vibrantes notas épicas y escenas poderosas, a parodias, burlas y grotesco. En casos el leguaje narrativo se hace tan tenso que desemboca enpoemas formales.

     Por encima de toda su bullente vida, de sus estupendas figuras femeninas, de sus deliciosas evocaciones históricas, la novela consgtituye un juicio severo, casi amargo, de la historia humana. Al hombre le fue dada sabiduría y poder, pero solo buscó guerra y miseria; recibió una naturaleza pródiga y la ha destruido hasta dejarla irreconocible. La historia humana suena desafinadamente, y eso que lo que va a seguir es peor: Stalin, Hitler, Nixon.

     ¿Seráposible que un gobierno de las mujeres acabe con ese "vivir para la muerte"?

     Libro largo,denso, de estupenda riqueza y desenfado.Solo para lectores con con cultura y hábitode grandes lecturas. Para ellos , sí, fascinan te, divertidisimo.

            Entre lo más divertido dellibro recuerdo a menudo  a una de esas nueve mujeres. La abadesa delmonasterio situado en el centro de Europa, en el que, atraídos por su fama culinaria, hacen escala los más importantes viajeros y ellos, a cambio de opíparas comilonas, nutren el repeetorio de chismes políticos de la monja. Y ella ilustra a sus castas religiosas sobre los secretos de la naturaleza del varón con verduras. Uno lo tiene como este nabo, otros…

            Mi último recurdo de Gunter Grass fue del gran congreso de la cultura y literatura latinoamericana realizado en Berlín, con el título de "Horizontes de la cultura latinoamericana", en 1982. El acto más solemne de esa enorme reunión de escritores, cineastas, teatreros, músicos y más gentes de cultura de nuestro mundo latinoamericano, fue, a la vez, el más sencillo, pero riquísimo de sentido.

            El gran anfiteatro repleto, en el enorme auditorio una larga mesa. Al centro un moderador, que se redujo a dar la palabra a los actores, y a los extremos Gunter Grass y Juan Rulfo.

            Rulfo leyó en español su cuento "Diles que no me maten".

            Después Grass leyó la traducción alemana de ese cuento.

            Y le dijo al gran mexicano: ningún autor del mundo ha influido como usted en mi generación de escritores.