Se han evaporado mis ojos; pero qué importa si me quedan las manos
que te desnudan; los labios que hambrientos se deslizan en tu pecho
y desembocan en la caverna oscura de tus brazos. Me queda la lengua
que navega en tu ombligo y se pierde en la selva de sándalo.
Qué importan mis ojos si me queda la música de tus labios.