Hoy creo como nunca que estás ida para siempre,
porque ningún signo celeste me ha hecho sentir cerca.
¿O es que tornada en ángel te ahuyenta la miseria
de esta carne que hiciste de tu sangre y tu espíritu?
Mujer de seda y lirios, de ternura y dolores,
mujer suave y callada frente a las tempestades.
Mujer que me llevaste en tu seno de nardos,
mujer que fue mi madre, y hoy yace entre la sombra, inerte y
silenciosa.
Ese amor de locura, de idolatría y de éxtasis eterno,
en que dabas, seno henchido de mieles a mi labio sediento,
¿Podría permitirte ver mi ojo con llanto,
y la frente que amaste perdida en la TINIEBLA?