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«Un homenaje poético a Cervantes y España», por don Eduardo Mora-Anda

El pasado 23 de junio, don Eduardo Mora Anda, miembro numerario, participó en las V Jornadas Cervantinas organizadas por el Club de Lectura El Quijote de Manta con la ponencia que compartimos con ustedes.

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El pasado 23 de junio, don Eduardo Mora Anda, miembro numerario de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, participó en las V Jornadas Cervantinas organizadas por el Club de Lectura El Quijote de Manta con la ponencia que compartimos con ustedes.

Cervantes

Mientras Lope Vega es exitoso, y corresponde a su época, Don Miguel de Cervantes, con su gran novela, es pobre pero ya es moderno.

En el genio de Cervantes la literatura española y mundial da un vuelco. Don Quijote de la Mancha es ya una novela integral, completa, clara, con un lenguaje riquísimo y desenvuelto. La Edad Media se ha acabado. La Edad Contemporánea se ha adelantado. Lope y Shakespeare correspondían al siglo XVI. En Cervantes se adelanta: ya está en su obra la gran novela, la “novela-río”, como se dirá después, en un decir abundante y preciso, en un español maduro y avisado. Todavía guarda la gracia y espontaneidad del romancero español pero, a la vez, ya tiene la precisión, modernidad y amplitud de miras de los escritores de espíritu libre. Cervantes plasma en su obra toda la ventura y dicha y los sufrimientos que ha vivido en su modesta vida y toda la libertad de un espíritu profundo y con sentido del humor que camina, libre, por entre los enredos, las deudas personales y las batallas de una época…

Cervantes es siempre actual y ya están en su gran novela toda la soberanía y ciencia del gran español universal, toda la riqueza y sabiduría de miles de aforismos, sentencias, expresiones humorísticas y horizontes amplísimos… El Quijote desborda en vocabulario y sentencias sabias y un gran sentido común.

Don Quijote de Miguel de Cervantes es ya universal como los escritos de Rabindranath Tagore, como los escritos de Emerson y Tolstoi, como la sensatez que floreció y luego fue atacada por los extremismos. Cervantes es más sensato que Lope, es tan profundo como Calderón de la Barca, es tan claro como Fray Luis de Granada y Azorín. Don Miguel de Cervantes era humanista y su buen decir sólo puede compararse con el Cantar los Cantares, con los Salmos de la Biblia y con el humor de Dickens y de Chesterton…

Así pues ahora, saludaremos primero a la gran figura de Don Quijote de la Mancha, este gran idealista que en cierto modo se encuentra dentro de muchos de nosotros y, al hacerlo, rendimos un homenaje reverente a este Don Miguel de Cervantes Saavedra, él mismo un quijote de la pluma y de Lepanto. Y aquí viene bien la pregunta de Jorge Luis Borges: es Miguel de Cervantes el que soñó a don Quijote o es don Alonso Quijano el que se imaginó a Cervantes…?

A don Quijote

Noble señor del ideal errante,
en vano fatigar quieres tu brazo
contra descomunal y vil canalla.
Librar quieres al pobre, al oprimido,
y socorrer al preso y a las damas,
pero los codiciosos y vulgares
truecan los frescos bosques en desiertos
y tus sacros castillos en engaños.
Tu estirpe, sin embargo, ha dado al mundo
los libros, los inventos y las artes,
y sin quijotes nada fuera excelso,
ni limpio, ni cumplido, ni esforzado.
El vino y la amistad nos dan los sanchos,
la luz y el alto amor los don quijotes

Y ahora, junto con don Quijote, vamos pues a recorrer España y en particular las bellas ciudades de la Andalucía:

*          *          *

Ya toda está a punto para viajar a Andalucía. Pero ¿ y el alma?, ¿ cómo está el alma? Quizá un poco triste o cansada, tal vez un tanto herida, o muy herida…Pero el alma siempre es el alma, siempre es joven, siempre puede renovarse. Y es que ella alberga fe y esperanzas. Y el espíritu es eterno…La primera virtud, la virtud cardinal, es la esperanza…

Y así, por esas áridas pampas de La Mancha, por esos caminos yermos, polvorientos, quijotescos, va nuestra alma, aventurera, anhelosa, trashumante, con la ingenua ilusión de que quizá más allá, en lontananza, donde antiguo sonaba el laúd árabe y las aguas aún cantan, la verdad se despoje de sus velos, la música nos reanime y rehaga y otra vez se levanten la copa del amor, el brindis de la amistad, la alegría juvenil, el gozo de la vida…

Vamos, pues, a Granada. Alma, lleva tu guitarra…

Córdoba

Y, primero, Córdoba, ciudad de altos nombres: Séneca, Ibn Hazm, Maimónides, Averroes, Góngora… Las urbes cosmopolitas, donde se juntan culturas, siempre producen milagros…Medicina, Filosofía, Poesía y Mística…

El agua salta constante.
Los geráneos se descuelgan
Los patios son paraísos
y las callejuelas, misterios…
Aquí soñaba Averroes
y meditaba Maimónides.
En la sobria sinagoga
flota humedad de fe noble.
Alta unción que nos embarga
dentro del ámbito arcano
de la mezquita de Córdoba…
Y el alma crece ensoñada
con los aires del pasado
de la gran urbe encantada
que acuna muertes y glorias…

*          *          *

En la mezquita —injerto de dos culturas— podemos pensar con Aphonse Daude que “Los poetas son hombres que miran con ojos de niño…”

Descolgamos pues una guitarra y cantamos:

Mujer de luz, tierno alcófar
en los geráneos de Córdoba.
Junto a las viejas paredes
sueño tu faz…me parece
que tus ojos me estremecen
desde los célebres óleos
del pintor Romero Torres…
He caminado callejas
y los patios florecidos
percibiendo el aire eterno
en que aún frescos deambulaban,
como otras flores vivas,
los altos versos de Góngora
y las adultas palabras
de Maimónides y de Séneca,
de Ibn Hazm y Averroes…
Y en el misterio del tiempo
tu magia ha vuelto a alcanzarme,
y tú en mi has florecido,
misterio-luz de mi vida,
oh dulce sol retenido
en el fulgor, tan intenso,
de mi emoción frente a Córdoba…!

*         *          *

Nos hemos detenido en un pueblecito. El letrero reza: La Luisiana. Como el gran Azorín, que nos enseñó el idioma claro, que ha sido nuestro profesor de estilo y nuestro maestro para descubrir el noble encanto de las cosas sencillas y de las pequeñas poblaciones, nosotros deseamos descubrir la magia que pueda tener esta modesta estación en nuestro recorrido. Aprovechamos la parada y caminamos un poco mientras llega el ocaso. Al partir apuntamos:

Andén de naranjos nobles.
Sobre La Luisiana, un pueblo,
el sol andaluz se abate
como una naranja enorme
y lo pone todo en fuegos…
Va el viajero con sus sueños,
baja el sol con sus amores…

En Sevilla

Ha seguido bien el viaje y hemos llegado a Sevilla. ¿Cómo es Sevilla? Esta urbe es alegre y hermosa, como escapada de un cuento.

Sevilla, andaluza eterna,
Donde la vida está entera
como en las rojas naranjas…
Por la vieja judería
canta el aire embalsamado
las antiguas tradiciones
tan antiguas como el alma
de la Torá y los rabinos…
Tocan de pronto campanas
y el espíritu se expande…
La vida, agudo contraste:
viejo rastro y floraciones.
Sevilla: azahar y canciones.

Y después nos hemos detenido en Ecija, que es un pueblecito andaluz muy pequeño, pero con la particularidad de que tiene diez torres. Por eso decimos:

Ecija tiene diez torres.
Sueña el moro con huríes.
Sueña el cristiano con flores.
Se empina el llano verdoso
por las torres, hacia el cielo…

Ecija tiene calores
que son ansias de mujeres
por el cielo de claveles
que mata el día sin nubes…

Granada

Y al fin, Granada.

Nuestra asombrada mirada ya pasea por La Alhambra y por los bellos jardines del Generalife, “huerta que par no tenía” como dice el romancero… y después el barrio de Albayzin, la colina del Sacromonte, el recinto de la Alacaicería… Las casas encaladas, las calles tranquilas. Un mozo ensayaba en su guitarra:

El que no tenga alma
que no vaya a Granada.
Granada:
rojo del alma extasiada
frente a la roja Alhambra
(detrás, la Sierra Nevada).
Cae en la piedra calada
siempre el murmullo del agua…
El que vaya a Granada
que lleve su alma…

Finalicemos pues nuestra breve andanza con un homenaje a España:

Campos de Zamora, casonas, solares.
Va tranquilo el río
y el alma va inquieta.
Claustros centenarios duermen su paciencia
en tanto mi anhelo,
crea sus abejas…
Fray Luis meditaba en la vida sabia
y el retiro quieto,
mientras mis abuelos tejían sus sueños,
su quijote andanza en lejana América…
Viejas tierras vascas moras, castellanas,
cielo madrileño del azul verdoso
de los anchurosos cuadros de Velázquez,
¡brindo por la vida, tan fugaz y eterna,
por las tierras amplias, serenas, ancladas
y los arreboles de las almas claras
y las inquietudes de la raza ibérica
y el río de fuego del amor que embruja
y la emoción áurea del sol en La Alhambra!”

Un homenaje a España, cultura y nación que, como dijo el historiador francés don Alfred Morel-Fatio, “cerró el camino a los árabes, salvó a la Cristiandad en Lepanto y descubrió un nuevo mundo”.

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