Miro, como las líneas de un mapa alzado a mano/
los trazos de las calles.
Se juntan, se dispersan, se allanan a los pasos de/
sombra del viajero
Las serpientes de asfalto arden al mediodía, cambian/
la piel gastada,
dejan briznas de escamas sobre los pies desnudos o/
las suelas de un hombre,
las recias almohadillas de las garras del puma y la lengua/
de aceite del animal mostrenco.
Alguien toma un atado, el maletín, el grave peso del monedero.
Más de uno se ha marchado por las vías de tinta, por/
el esbozo a lápiz.
La dura transparencia del cristal me mantiene a salvo del deseo, de cualquier tentación de dejar el refugio y abandonar/
la sabia condición del testigo.

Fuente: La noche acopia silencios. Quito : Eskeletra, 2016.