¿Qué habrá sido de aquella morenita,
trigo tostado al sol —que una mañana—
me sorprendió mirando a su ventana?
Tal vez murió, pero en mí resucita.
Tiene en mi alma un recuerdo de hermana
muerta. Su luz es de paz infinita.
Yo la llamo tenaz en mi maldita
cárcel de eterna desventura arcana.
Y es su reflejo indeciso en mi vida
una lustral ablución de jazmines
que abre una dulce y suavísima herida.
¡Cómo volverla a ver! ¿En qué jardines
emergerá su pálida figura?
¡Oh, amor eterno el que un instante dura!
Fuente: Poesía ecuatoriana (antología esencial), prólogo y selección de Sara Vanégas Coveña, Cuenca, Universidad del Azuay, 2019.