Yo, llamado Godric
recogedor de amuletos y presagios en la arena,
mercader olvidado por antiguas caravanas y crecientes playas,
no podré morir si no retornan los caminos,
si no renacen mis amigos y mis años.
Yo, que no llegué a Bizancio en tiempos de viajeros,
que pude ser templario, funcionario real, navegante próspero,
sin cota he quedado, sin yelmo, armadura y lanza.
Yo, cubierto por la arena y por la mísera memoria,
me pregunto hoy si la devota embriaguez de mis últimos días
me permitirá el regreso,
vencidos los alcázares,
cumplida la voz del nigromante.