Yo vi esa triste nube el firmamento
apacible cruzar en claro día,
brillante de arrebol y de alegría
cual de mi dicha el rápido momento.
En medio del celeste pavimento
que en purísima luz resplandecía,
en las auras del cielo se mecía,
como en sueño de amor el pensamiento.
Mas, ay, que huyó su brillo y hermosura
al estallar el trueno en la alta cumbre,
y ahora la miro en tempestad oscura,
en centellas arder de roja lumbre:
imagen triste de mi cruel Señora,
¡antes tan dulce, y tan airada ahora!